El pasado miércoles, día 15 de julio, la dirección del
hospital dio comienzo al cierre masivo de camas en verano que eufemísticamente
acostumbran a encubrir bajo la denominación de “reserva de camas”. Y como todos
los años también tanto los responsables el SAS como la dirección del hospital
se han lanzado a justificar esta medida con la absurda explicación del descenso
de la demanda asistencial en estas fechas y otras excusas de similar índole. En
total, han sido 72 las camas cerradas en esta segunda quincena de julio, que
corresponden a las unidades de Cardiología (3ª planta), Trauma B (5ª planta) y
Neumología (9ª planta).
Pero la realidad, por desgracia, siempre acaba dando la cara
para desmentir con su evidencia la falsedad de quienes intentan ocultarla. Así
(y como ya se le advirtió de antemano a la dirección), justo la misma jornada
del cierre de camas por la noche, pero sobre todo el jueves 16 por la mañana,
ya comenzaron a surgir los primeros problemas graves de ingreso desde el área
de urgencias: numerosos pacientes con indicación de ingreso en planta se veían
obligados a permanecer más de 24 horas en observación ante la inexistencia de
camas libres donde poder ingresar en el hospital.
La falta de camas de ingreso provocada por el cierre
repentino (y totalmente injustificado) de 72 camas ha provocado el colapso
inmediato de la unidad de observación de urgencias, hasta el extremo de que ha
sido necesario habilitar con rapidez otras cuatro camas adicionales en una sala
lateral, cuya ocupación, mucho nos tememos, seguirá aumentando en los próximos
días.
Pero como siempre sucede en estos casos de habilitación
repentina de una dependencia, sus condiciones de apertura siempre acaban
resultando deficitarias. Así, las cuatro nuevas camas de observación se han abierto
sin monitores para controlar adecuadamente a los pacientes ingresados (dos de
ellos con patología de medicina interna grave) y sin el personal suficiente
para atenderlos: tan sólo se ha contratado una enfermera por turno, pero
ninguna auxiliar adicional, ni se ha reforzado tampoco el personal médico
(parte del cual, además, ha comenzado a disfrutar ya sus vacaciones anuales
reglamentarias sin que se le haya sustituido).
La coincidencia de estas dos situaciones (“reserva” de camas
y saturación inmediata de la observación de urgencias) demuestra la evidente
relación causa/efecto que existe entre los cierres de camas y el deterioro
inmediato de las condiciones de atención en urgencias (con toda su posible
carga de afectación a la salud de los pacientes) y, por tanto, la evidente
negatividad y falta de sentido de esta periódica decisión de nuestros
responsables.
Y lo peor, muy probablemente, es que esta incipiente
situación de caos no haya hecho, por desgracia, más que empezar. Dentro de poco
se demostrará que las 4 deficitarias camas nuevas de observación no son en
absoluto suficiente para compensar el cierre masivo de julio y darán comienzo,
entonces, los horrendos ingresos urgentes en la sala de reanimación, las
derivaciones de pacientes a centros de hospitalización privados y, cómo no, la
peligrosa estrategia de las altas precipitadas en planta para dejar camas
libres.
No hay que perder de vista, además, que los cierres de camas
no sólo suponen un grave perjuicio para los pacientes de urgencias que, por
ello, ven atrasado su ingreso, sino que también lo es para aquellos pacientes
de las especialidades cerradas que logran una cama, y que ingresan en unidades
distintas de las propias. Todos los cierres de camas conllevan un incremento
brutal de los ingresos ectópicos (aquellos que se producen en unidades
diferentes de las que le correspondería al enfermo/a por la patología que
presenta), ya que los pacientes tienden a ser ingresados en la primera cama que
queda libre en el hospital sea cual sea su especialidad. Esta práctica conduce
a que los pacientes ectópicos sean atendidos por personal no habituado a su
patología, provocando, así, un deterioro muy sensible de la calidad
asistencial.
Desde las Secciones Sindicales de Autonomía Obrera y C.G.T.
del Hospital “Puerta del Mar” denunciamos, una vez más, esta insostenible
situación y reiteramos que el único y verdadero motivo que esconde el cierre de
camas es el ahorro económico que supone la reducción de estancias y el uso que
se hace del personal “sobrante” de esas plantas para la sustitución de los
profesionales que disfrutan de sus vacaciones estivales (y eludir así la
contratación de personal). Como tantas veces hemos denunciado ya, “mantener
camas inutilizadas para no tener que realizar las necesarias contrataciones
constituye, a nuestro juicio, una forma cruel de jugar con la salud de nuestros
usuarios para resolver problemas económicos que requieren claramente otras
opciones, como, por ejemplo, destinar a contratos los cientos de millones de
euros que anualmente se despilfarran en pagar la productividad variable”.
Consecuentemente con todo ello, exigimos a la dirección del
centro que se abran inmediatamente todos los controles cerrados y se ponga fin
de una vez a esta vergonzosa política de cierres de camas que periódicamente
nos imponen.
Así mismo, reclamamos que se incremente la plantilla de
urgencias en todas sus categorías en, al menos, un tercio de su personal
habitual para poder abordar con garantías de calidad y eficacia el importante
incremento de la presión asistencial que durante los meses de verano se produce
en esta unidad.
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