27 de julio de 2018

UNA ENFERMERÍA CADA VEZ MÁS PRECARIA Y EXPLOTADA


Desde las Secciones Sindicales de CGT y AO del Hospital Puerta del Mar queremos denunciar públicamente el grave deterioro de las condiciones de trabajo que desde hace tiempo se viene sufriendo en la División de Enfermería de nuestro centro y que ha terminado convirtiendo a una gran parte de sus más de 1.500 trabajadoras y trabajadores en uno de los colectivos laborales más precarizados de todo el hospital.
Las expresiones más nítidas de esa precariedad creciente son las que siguen:

1. Notable incremento de las carteleras de trabajo irregulares:

Aunque en la división de enfermería se ha venido disponiendo, tradicionalmente, de unos mismos modelos de cuadrantes laborales, de tipo cíclico y comunes para todo el personal de un mismo turno (cartelera ecológica para el turno rotatorio; de lunes a viernes para el turno de diurno; y de días alternos para el turno de noche), desde la llegada al centro de la nueva dirección de enfermería a mediados de 2016 se viene sufriendo una tendencia creciente a la implantación forzosa de cuadrantes laborales totalmente irregulares, que se alejan de los modelos tradicionales de carteleras y que ni siquiera llegan a seguir ciclo alguno. Para colmo, la gran mayoría de estos nuevos cuadrantes atípicos se elaboran por las supervisiones mes a mes y se ponen en conocimientos de las trabajadoras/es que los sufren apenas unas horas antes de aplicarse.
La expresión más extrema de esta desregulación creciente de los cuadrantes de trabajo la personifican aquellas trabajadoras/es a las que contrata la dirección sin asignarles cuadrante alguno de trabajo; se trata de personal que permanece a disposición de la dirección para ser llamados por teléfono cuando se necesita cubrir algún hueco en la plantilla, y que nunca sabe, por tanto, si va a trabajar o no al día siguiente, ni en que turno concreto lo va a hacer.

2. Modificación constante de las carteleras de trabajo:

Todas las carteleras de trabajo, ya sean las cíclicas tradicionales o las nuevas irregulares han perdido totalmente uno de las características esenciales que debe reunir cualquier cuadrante de trabajo: su estabilidad; requisito, éste,  imprescindible para poder dar cumplimiento al fin último que todo cuadrante persigue, que no es otro que el de permitir al personal un conocimiento preciso y anticipado de la distribución anual de su jornada de trabajo. Para la nueva dirección de enfermería, sin embargo, la palabra “estabilidad” no parece figurar en su diccionario de expresiones conocidas, ya que ha pasado a convertir en habitual que los cargos intermedios de enfermería (supervisoras/es) puedan modificar a su santo criterio el cuadrante programado de cualquier trabajadora o trabajador de la división para poder cubrir las necesidades de personal que se producen.

3. Cobertura de ausencia mediante doblajes:

Otra habitual fórmula que utilizan las supervisiones para cubrir ausencias (sin tener que realizar contrataciones) es la de “pedir” a las trabajadoras/es que les doblen turnos, esto es que se queden otras 7 o 10 horas más de trabajo una vez que finalizan su jornada programada de ese día, por lo que la trabajadora o el trabajador “amablemente invitado” (léase presionado) a doblar acabará realizando ese día una jornada laboral real de 14 ó 17 horas de trabajo seguidas, con el consecuente efecto sobre su rendimiento y la calidad asistencial prestada. En ningún caso, además, esas jornadas adicionales de trabajo resultan abonadas como horas extras, sino que simplemente son compensadas con posterioridad mediante la asignación de descansos equivalentes cuando a las supervisiones les viene bien programarlos.
Los requerimientos para cambiar turnos o realizar doblajes son tan asiduos que uno de los parámetros que se valora en enfermería para determinar la cantidad que cada trabajador/a debe cobrar en concepto de productividad es el de “si colabora o no colabora en la cobertura de turnos cuando se le pide”.

4. Incremento de la duración de la jornada ordinaria de trabajo:

Además de ese incremento no programado de las jornadas de trabajo debido a los doblajes impuestos, la dirección de enfermería viene impulsando desde el minuto uno de su llegada al centro la implantación regular de jornadas ordinarias de trabajo de 12, 14 o 17 horas. Se trata de establecer turnos oficiales de trabajo en los que las jornadas formalmente establecidas superan con creces la duración tradicional de la jornada diaria en nuestro centro, que siempre ha sido de 7 horas de trabajo en los turnos de mañana o tarde y 10 horas en los turnos de noche. Esta política supone obviamente un gravísimo retroceso en todo lo se ha avanzado en el último siglo en nuestro país en materia de duración de la jornada de trabajo, contradice abiertamente la tendencia a un mayor reparto de los tiempos de trabajo para favorecer el empleo y, lo que aún es peor, da lugar claramente a un gravísimo deterioro de la asistencia ya que el cansancio acumulado por el exceso de horas trabajadas deteriora inevitablemente la calidad de los cuidados que se prestan. 

5. Programación forzosa de permisos reglamentarios:

Por si no fuese bastante con todo lo expuesto, la violación constante de los derechos del personal temporal contratado por enfermería alcanza el sumun de la vulneración de derechos con la programación forzosa de los días de vacaciones que reglamentariamente les corresponden como a cualquier otro trabajador/a. Es decir, no se les pregunta (como sería su derecho) en que fecha están interesados en disfrutar sus vacaciones, ni se organiza un calendario vacacional ajustado a ello, sino que directamente se les imponen las fechas concretas de sus disfrute; es más, en la gran mayoría de los cuadrantes de trabajo del personal temporal al que se les impone esta práctica, tales días aparecen camuflados, en ocasiones, como si de otro descanso habitual se tratara o se programan con todo descaro coincidiendo con las propias jornadas de descanso semanal reglamentario. Para colmo, esta programación forzosa de las vacaciones se suele realizar mes a mes y dure lo que dure el periodo total en que la trabajadora temporal permanece contratada por la división de enfermería; de hecho, se han llegado a dar numerosos casos de programación forzosa de vacaciones mes a mes a trabajadoras/es que mantienen una relación laboral continuada con el hospital durante todo el año completo. 


Todas las agresiones que acabamos de describir suelen tener lugar mayoritariamente sobre el colectivo del personal temporal de enfermería (un 50% aproximadamente de la plantilla dela división, que asciende,en conjunto, a más de 1.500 trabajadoras/es y que engloba las categorías laborales de Enfermero/a, Auxiliar de Enfermería, Técnico Especialista, Fisioterapeuta y Matrona); un colectivo, el temporal, que, por su propia inestabilidad contractual y miedo lógico a las represalias, resulta mucho más proclive a admitir sin oposición los cambios de carteleras, doblajes de jornadas, programación de vacaciones, etc., que la dirección de enfermería y sus supervisiones les imponen constantemente, conscientes de su debilidad.
En el terreno de los efectos, el ámbito donde más crudamente repercute esta grave precariedad laboral que sufre el personal de enfermería de nuestro centro es, sin duda, el de las propias circunstancias personales de todas las trabajadoras/es afectadas y, de forma muy especial, el terreno de la conciliaciónde la vida laboral y familiar; un derecho que en teoría todas las administraciones intentan favorecer y mejorar, pero que la dirección de enfermería de nuestro centro no duda en dificultar a diario retrotrayendo los derechos de la mujer trabajadora en esta materia a pleno siglo XIX.
Además de ello, las nefastas consecuencias de la precariedad se dejan sentir también muy vivamente sobre los niveles de rendimiento del personal afectado (que decae, como ya hemos apuntado, frente a las jornadas laborales interminables), la disposición laboral (aumenta la desmotivación), etc. y con carácter general, en suma, sobre los niveles de calidad de la actividad asistencial prestada. Junto al personal, debe recordarse, los pacientes son, sin duda, la mayor víctima colateral de esta nefasta estrategia de gestión de la división de enfermería, ya que sobre ellos recae de forma inevitable las consecuencias, en materia de cuidados, de un colectivo laboral extenuado laboralmente, desmotivado organizacionalmente y absolutamente “quemado”, en suma, por la constante vulneración de sus derechos laborales más básicos.  
Desde AO y CGT consideramos que la principal responsabilidad de esta gravísima situación laboral y asistencial la tiene, sin duda, la Directora de Enfermería del Hospital Puerta del Mar, que, desde su llegada al cargo a mediados de 2016 procedente del hospital Puerto Real (donde implantó las jornadas de 12 horas a una gran parte del personal), no ha cesado de impulsar las políticas de recortes de derechos laborales y de sometimiento pleno del personal a sus intereses de gestión, siguiendo fielmente, así, las nefastas directrices que los altos cargos del SAS en Sevilla vienen imponiendo desde hace años en materia de gestión neoliberal y mercantilista de la sanidad. Durante todo este tiempo, a nuestro juicio, el estilo de dirección de la división de enfermería ha experimentado una manifiesta deriva economicista, donde lo que de verdad interesa no es ya lo bien o mal que se presten los cuidados de enfermería, sino que se gaste lo menos posible en contrataciones, que se limite al mínimo el consumo de material sanitario y que se cumplimenten a rajatabla todos los formularios (aunque ello implique destinar menos tiempo a la atención directa de pacientes). Para la dirección de enfermería, la máxima prioridad, parece ser, es cubrir las necesidades con las menores contrataciones posibles, aunque ello implique tener que vulnerar una y otra vez derechos básicos en materia de estabilidad, descansos y duración de la jornada de trabajo.
Bajo su mandato, además, la enfermería se ha convertido en un claro apéndice de los responsables de las unidades de gestión clínica (en su gran mayoría médicos afines a los criterios de gestión de la Junta), abandonando por completo aquella vocación de independencia y desarrollo profesional autónomo por los que tanto luchó este colectivo durante muchos años. Para colmo, todo este nefasto modelo de gestión se ha hecho acompañar de una especial inflexibilidad y cerrazón frente a las protestas y peticiones que desde las organizaciones sindicales se le efectúan a la dirección de enfermería, lo que ha supuesto la implantación de un manifiesto régimen dictatorial y “cortijero” a los que tan proclive han sido históricamente otras  direcciones de enfermería.

Por todo ello, desde las Secciones Sindicales abajo firmantes exigimos la inmediata dimisión de la actual Directora de Enfermería de nuestro centro, así como la implantación urgente en la división de un giro radical de su política de gestión, donde la calidad efectiva de la asistencia, el respeto por todos los derechos de las trabajadoras/es y el diálogo constante con las fuerzas sindicales pasen a ser los ejes esenciales de la misma.

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