Desde las Secciones Sindicales
de CGT y AO del Hospital Puerta del Mar queremos denunciar públicamente el
grave deterioro de las condiciones de trabajo que desde hace tiempo se viene
sufriendo en la División de Enfermería de nuestro centro y que ha terminado
convirtiendo a una gran parte de sus más de 1.500 trabajadoras y trabajadores
en uno de los colectivos laborales más precarizados de todo el hospital.
Las expresiones más nítidas de
esa precariedad creciente son las que siguen:
1.
Notable incremento de las carteleras de trabajo irregulares:
Aunque en la división de enfermería
se ha venido disponiendo, tradicionalmente, de unos mismos modelos de cuadrantes
laborales, de tipo cíclico y comunes para todo el personal de un mismo turno (cartelera
ecológica para el turno rotatorio; de lunes a viernes para el turno de diurno;
y de días alternos para el turno de noche), desde la llegada al centro de la
nueva dirección de enfermería a mediados de 2016 se viene sufriendo una
tendencia creciente a la implantación forzosa de cuadrantes laborales
totalmente irregulares, que se alejan de los modelos tradicionales de
carteleras y que ni siquiera llegan a seguir ciclo alguno. Para colmo, la gran
mayoría de estos nuevos cuadrantes atípicos se elaboran por las supervisiones mes
a mes y se ponen en conocimientos de las trabajadoras/es que los sufren apenas
unas horas antes de aplicarse.
La expresión más extrema de
esta desregulación creciente de los cuadrantes de trabajo la personifican
aquellas trabajadoras/es a las que contrata la dirección sin asignarles
cuadrante alguno de trabajo; se trata de personal que permanece a disposición
de la dirección para ser llamados por teléfono cuando se necesita cubrir algún hueco
en la plantilla, y que nunca sabe, por tanto, si va a trabajar o no al día
siguiente, ni en que turno concreto lo va a hacer.
2.
Modificación constante de las carteleras de trabajo:
Todas las carteleras de
trabajo, ya sean las cíclicas tradicionales o las nuevas irregulares han
perdido totalmente uno de las características esenciales que debe reunir cualquier
cuadrante de trabajo: su estabilidad; requisito, éste, imprescindible para poder dar cumplimiento al
fin último que todo cuadrante persigue, que no es otro que el de permitir al
personal un conocimiento preciso y anticipado de la distribución anual de su
jornada de trabajo. Para la nueva dirección de enfermería, sin
embargo, la palabra “estabilidad” no parece figurar en su diccionario de
expresiones conocidas, ya que ha pasado a convertir en habitual que los cargos
intermedios de enfermería (supervisoras/es) puedan modificar a su santo
criterio el cuadrante programado de cualquier trabajadora o trabajador de la
división para poder cubrir las necesidades de personal que se producen.
3.
Cobertura de ausencia mediante doblajes:
Otra habitual fórmula que
utilizan las supervisiones para cubrir ausencias (sin tener que realizar contrataciones)
es la de “pedir” a las trabajadoras/es que les doblen turnos, esto es que se
queden otras 7 o 10 horas más de trabajo una vez que finalizan su jornada
programada de ese día, por lo que la trabajadora o el trabajador “amablemente
invitado” (léase presionado) a doblar acabará realizando ese día una jornada
laboral real de 14 ó 17 horas de trabajo seguidas, con el consecuente efecto
sobre su rendimiento y la calidad asistencial prestada. En ningún caso, además,
esas jornadas adicionales de trabajo resultan abonadas como horas extras, sino
que simplemente son compensadas con posterioridad mediante la asignación de
descansos equivalentes cuando a las supervisiones les viene bien programarlos.
Los requerimientos para
cambiar turnos o realizar doblajes son tan asiduos que uno de los parámetros
que se valora en enfermería para determinar la cantidad que cada trabajador/a
debe cobrar en concepto de productividad es el de “si colabora o no colabora en la cobertura de turnos cuando se le pide”.
4.
Incremento de la duración de la jornada ordinaria de trabajo:
Además de ese incremento no
programado de las jornadas de trabajo debido a los doblajes impuestos, la
dirección de enfermería viene impulsando desde el minuto uno de su llegada al
centro la implantación regular de jornadas ordinarias de trabajo de 12, 14 o 17
horas. Se trata de establecer turnos oficiales de trabajo en los que las
jornadas formalmente establecidas superan con creces la duración tradicional de
la jornada diaria en nuestro centro, que siempre ha sido de 7 horas de trabajo
en los turnos de mañana o tarde y 10 horas en los turnos de noche. Esta
política supone obviamente un gravísimo retroceso en todo lo se ha avanzado en
el último siglo en nuestro país en materia de duración de la jornada de
trabajo, contradice abiertamente la tendencia a un mayor reparto de los tiempos
de trabajo para favorecer el empleo y, lo que aún es peor, da lugar claramente
a un gravísimo deterioro de la asistencia ya que el cansancio acumulado por el
exceso de horas trabajadas deteriora inevitablemente la calidad de los cuidados
que se prestan.
5.
Programación forzosa de permisos reglamentarios:
Por si no fuese bastante con
todo lo expuesto, la violación constante de los derechos del personal temporal
contratado por enfermería alcanza el sumun de la vulneración de derechos con la
programación forzosa de los días de vacaciones que reglamentariamente les
corresponden como a cualquier otro trabajador/a. Es decir, no se les pregunta
(como sería su derecho) en que fecha están interesados en disfrutar sus
vacaciones, ni se organiza un calendario vacacional ajustado a ello, sino que directamente
se les imponen las fechas concretas de sus disfrute; es más, en la gran mayoría
de los cuadrantes de trabajo del personal temporal al que se les impone esta
práctica, tales días aparecen camuflados, en ocasiones, como si de otro
descanso habitual se tratara o se programan con todo descaro coincidiendo con
las propias jornadas de descanso semanal reglamentario. Para colmo, esta
programación forzosa de las vacaciones se suele realizar mes a mes y dure lo
que dure el periodo total en que la trabajadora temporal permanece contratada
por la división de enfermería; de hecho, se han llegado a dar numerosos casos
de programación forzosa de vacaciones mes a mes a trabajadoras/es que mantienen
una relación laboral continuada con el hospital durante todo el año completo.
Todas las agresiones que
acabamos de describir suelen tener lugar mayoritariamente sobre el colectivo del
personal temporal de enfermería (un 50% aproximadamente de la plantilla dela
división, que asciende,en conjunto, a más de 1.500 trabajadoras/es y que engloba
las categorías laborales de Enfermero/a, Auxiliar de Enfermería, Técnico
Especialista, Fisioterapeuta y Matrona); un colectivo, el temporal, que, por su
propia inestabilidad contractual y miedo lógico a las represalias, resulta
mucho más proclive a admitir sin oposición los cambios de carteleras, doblajes
de jornadas, programación de vacaciones, etc., que la dirección de enfermería y
sus supervisiones les imponen constantemente, conscientes de su debilidad.
En el terreno de los efectos,
el ámbito donde más crudamente repercute esta grave precariedad laboral que
sufre el personal de enfermería de nuestro centro es, sin duda, el de las
propias circunstancias personales de todas las trabajadoras/es afectadas y, de
forma muy especial, el terreno de la conciliaciónde la vida laboral y familiar;
un derecho que en teoría todas las administraciones intentan favorecer y
mejorar, pero que la dirección de enfermería de nuestro centro no duda en
dificultar a diario retrotrayendo los derechos de la mujer trabajadora en esta
materia a pleno siglo XIX.
Además de ello, las nefastas
consecuencias de la precariedad se dejan sentir también muy vivamente sobre los
niveles de rendimiento del personal afectado (que decae, como ya hemos
apuntado, frente a las jornadas laborales interminables), la disposición
laboral (aumenta la desmotivación), etc. y con carácter general, en suma, sobre
los niveles de calidad de la actividad asistencial prestada. Junto al personal,
debe recordarse, los pacientes son, sin duda, la mayor víctima colateral de
esta nefasta estrategia de gestión de la división de enfermería, ya que sobre
ellos recae de forma inevitable las consecuencias, en materia de cuidados, de
un colectivo laboral extenuado laboralmente, desmotivado organizacionalmente y
absolutamente “quemado”, en suma, por la constante vulneración de sus derechos
laborales más básicos.
Desde AO y CGT consideramos
que la principal responsabilidad de esta gravísima situación laboral y
asistencial la tiene, sin duda, la Directora de Enfermería del Hospital Puerta
del Mar, que, desde su llegada al cargo a mediados de 2016 procedente del
hospital Puerto Real (donde implantó las jornadas de 12 horas a una gran parte
del personal), no ha cesado de impulsar las políticas de recortes de derechos
laborales y de sometimiento pleno del personal a sus intereses de gestión,
siguiendo fielmente, así, las nefastas directrices que los altos cargos del SAS
en Sevilla vienen imponiendo desde hace años en materia de gestión neoliberal y
mercantilista de la sanidad. Durante todo este tiempo, a nuestro juicio, el
estilo de dirección de la división de enfermería ha experimentado una
manifiesta deriva economicista, donde lo que de verdad interesa no es ya lo
bien o mal que se presten los cuidados de enfermería, sino que se gaste lo
menos posible en contrataciones, que se limite al mínimo el consumo de material
sanitario y que se cumplimenten a rajatabla todos los formularios (aunque ello
implique destinar menos tiempo a la atención directa de pacientes). Para la
dirección de enfermería, la máxima prioridad, parece ser, es cubrir las
necesidades con las menores contrataciones posibles, aunque ello implique tener
que vulnerar una y otra vez derechos básicos en materia de estabilidad,
descansos y duración de la jornada de trabajo.
Bajo su mandato, además, la
enfermería se ha convertido en un claro apéndice de los responsables de las
unidades de gestión clínica (en su gran mayoría médicos afines a los criterios
de gestión de la Junta), abandonando por completo aquella vocación de independencia
y desarrollo profesional autónomo por los que tanto luchó este colectivo
durante muchos años. Para colmo, todo este nefasto modelo de gestión se ha
hecho acompañar de una especial inflexibilidad y cerrazón frente a las
protestas y peticiones que desde las organizaciones sindicales se le efectúan a
la dirección de enfermería, lo que ha supuesto la implantación de un manifiesto
régimen dictatorial y “cortijero” a los que tan proclive han sido
históricamente otras direcciones de
enfermería.
Por todo ello, desde las
Secciones Sindicales abajo firmantes exigimos la inmediata dimisión de la
actual Directora de Enfermería de nuestro centro, así como la implantación
urgente en la división de un giro radical de su política de gestión, donde la
calidad efectiva de la asistencia, el respeto por todos los derechos de las
trabajadoras/es y el diálogo constante con las fuerzas sindicales pasen a ser
los ejes esenciales de la misma.
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